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jueves, 10 de octubre de 2013

Desicion



-No voy a reclamarte nada, solo creí que tenías derecho a saberlo...
Monica exhibía su enorme y abultada barriga frente a Sergio, que se hallaba paralizado, con los ojos abiertos como platos y sin creerse del todo la escena.
-Ya sabes porque desaparecí tanto tiempo, no sabia exactamente si querrías saberlo, pero sé que tienes el derecho. No voy a pedirte nada, no voy a pedirte dinero ni que te hagas cargo de un error que a fin de cuentas ha sido mío. No vengo a reclamar, sino a hacerte sabedor de lo que llevo conmigo. No quiero que te sientas en obligación de hacerte cargo ni que creas que esto lo hago a modo chantaje emocional para que estés conmigo, porque te juro por este hijo nuestro, que no es así.

Sergio seguía paralizado en medio de la habitación, la misma donde habían concebido al pequeño hijo que ahora Monica llevaba en su vientre.
Monica cogio sus manos muy lentamente y las puso sobre su vientre desnudo.

-No se lo que es, solo se que yo soy su madre y tu su padre...pero llegado el momento, no se lo diré si tu decides que no quieres o no puedes pasar por esto. No quiero que nos casemos ni que finjamos un amor que no sientes, solo quiero que pienses muy bien si quieres estar en la vida de este bebe o prefieres olvidarte del tema. Yo jamás volveré a molestarte si decides que esto no va contigo o que es demasiado para ti.

Sergio movía sus manos por el vientre de Monica y no daba crédito...entonces el bebe pateó con fuerza y Sergio saltó hacía atrás bruscamente, asustado y a la vez asombrado.

-Te reconoce, conoce nuestro tacto mejor que nosotros mismos. Es su modo de saludarte.

Monica y Sergio se habían conocido hacia ya 13 meses, de los cuales hacia 8 que Monica esperaba este hijo. En 5 meses ella se había enamorado de el, pero Sergio tenia miedo, ya le habían roto el corazón y temía que volviera a pasar, aunque el verdadero motivo, el que nunca confeso a Monica, es que el recuerdo de su antiguo amor seguía intacto en su memoria.
Monica tenia 25 años, ya había sufrido varias decepciones amorosas, pero lo dejo todo y lo aposto todo por Sergio. Dejo su casa, a su familia, su pueblo y su trabajo por ir tras el hombre que amaba, porque aunque había estado tiempo intentando convencerse que solo era deseo, se dio cuenta que en realidad le quería y que el merecía la pena.
Sergio tenia tan solo 28 años, hacia 2 años que había perdido a la que había sido el amor de su vida durante 7 largos años y se había encerrado en si mismo. Estaba depresivo y solo y siempre temeroso de que otra mujer rompiera su corazón en pedazos. Sin trabajo y sin nada que hacer, Sergio pasaba sus días entre cds de música y videojuegos.
Se habían conocido de pura casualidad, pero Monica, a pesar de no haberse permitido volver a pensar en un hombre, bajo la guardia un momento y cayo rendida en los brazos de Sergio. Se entendían, se respetaban y se reían del mundo y su normalidad. Eran personas que estaban constantemente juzgadas, pero se encontraron y se dieron cuenta que eran un espejo del otro.
Sergio era callado, timido y de convicciones fuertes. Se consideraba un anti-sistema y pensaba con el cerebro correcto. Por alguna extraña razón, el y Monica se entendieron desde el primer día. El se sentía a gusto, sentía que Monica no le juzgaba, que procuraba entenderlo y apoyarlo, le gustaba la forma en que ella le miraba y le hablaba a pesar de lo nervioso que se ponía solo con su presencia. Con ella se sentía completo y querido y sentía que por fin encontraba su sitio en el mundo que tanto asco le daba.
Monica era anti-social y amargada, pero con el era diferente. Sentía que ella era la única que podía ayudarle, que debía darle todo el cariño y comprensión que era capaz de generar, porque las almas heridas siempre habían sanado a su lado. Se había prometido no volver a mirar a un hombre con los ojos del amor, pero el no la juzgaba, no le decía que era una loca o un bicho raro, le hablaba con sinceridad y timidez y la hacia sentirse especial y bonita. Monica ya había reconstruido su corazón un par de veces, pero cuando estaba con el sentía que podía ser ella misma y que el completaba las partes que le faltaban.
"A veces el amor junta a 2 personas que no saben nadar y viven en islas diferentes"
Nunca se habían sentido tan aceptados. Jamás hubieran pensado que todo iría tan deprisa.
El tenia miedo, pero jamás se los confeso a Monica. Ella tenia miedo, pero jamás se dejo atrapar por ellos y estaba segura de lo significaba Sergio para ella...no iba a dejarse amedrentar por viejos miedos del pasado.
En esos 5 meses cayeron mil veces en las garras del deseo, en las caricias y los besos como si fueran una pareja que hacia mucho estaban juntos. El le cocinaba, la dejaba dormir 10 minutos mas para poder ver su rostro feliz y apacible, la sentaba en su regazo y le decía lo hermosa que era, le abrazaba por detrás en la cocina y le daba un beso en el cuello mientras ella fregaba y la acurrucaba a su lado cada noche, acariciándole el pelo y dándole besos en la frente. Ella se portaba mas como su esposa que como una recién conocida. Le cocinaba, le servia todo lo que el le permitía, le peinaba 3 veces al día y lo dejaba dormirse con la cabeza metida entre sus pechos cada noche. Le llenaba de besos al despertar y siempre pensaba como sacarle una sonrisa...incluso con el tiempo, le decía "Te quiero" cada noche y le recordaba cada dia cuanto le echaría de menos cuando no le tuviera cerca.
Monica se enamoro, no supo cuando, pero ella estaba enamorada de un hombre que aunque se dejaba querer, no la quería. El se esforzaba, pero el amor no puede forzarse y el sabia que aunque estaba muy bien con ella, no la quería.
Caprichoso y cruel el destino, que cuando ella decidió que seria la ultima noche que pasaría con el, cansada de que Sergio no la quisiera y no estuviera con ella, Mónica quedo embarazada y no lo supo hasta 2 meses después.
Aterrada por todo lo que podía llegar a pasar o lo que Sergio podía pensar, desapareció de su alcance durante 6 meses, hasta que decidió que Sergio debía saber la verdad y armándose de valor se había presentado en su casa para mostrarle la consecuencia de su ultimo encuentro pasional.

-Quiero tenerlo, pero no quiero que te sientas en la obligación de quererlo también, no quiero que estés conmigo solo por que es lo correcto o lo que se supone que debes hacer... si vas a hacerlo, que sea por que quieres esto tanto como yo.

Sergio no decía nada, seguía  sentado en la cama, inmóvil  y con los ojos salidos de las cuencas
Monica se sentó a su lado, acaricio su rostro y le miro a los ojos...

-No me quieres, dudo que algún día llegues a hacerlo, pero yo no he venido a exigirte nada... soy conciente que he sobrepasado la línea y me he enamorado de ti sin darme cuenta, por  favor, tendrás  que perdonarme por eso...pero esta vida que llevo conmigo no tiene culpa ninguna y no estoy dispuesta a renunciar a este pequeño

-Mónica, es  que...yo...no puedo...yo...

Monica puso sus dedos suavemente sobre sus labios para callar los tartamudeos de Sergio

-Yo si puedo y te aseguro que no volverás a saber de mi si ahora mismo me dices que no quieres saber nada más de esto

Sergio dudaba, no  estaba preparado para algo así y mucho menos para un niño...odiaba a los niños, pero  sabiendo que era suyo las cosas cambiaban. Sabia que lo correcto era quedarse al lado de Mónica, pero  se negaba  a renunciar a su pena y su triste estilo de vida, el  ya no sabia vivir de otra manera.
Se había quedado cómodamente regodeándose en su pena, sintiéndose  la victima y echando culpas al mundo de su mala suerte. Se había acomodado y acostumbrado a ser el engañado, el solitario, el que tenia los motivos para sentirse el despojo del mundo, pero no se había percatado de que ese papel lo ejercía hace demasiados años y ahora solo podía pensar en si quería complicarse la vida de esta forma o usar su depresión para salir del paso... después de todo, la excusa era perfecta.
Algo en su interior le empujaba a coger las manos de Monica y tranquilizarla diciéndole que esto lo pasaría junto a ella. No sabia por que seguía anclado en un sentimiento por alguien que no había hecho mas que traicionarle, no entendía por que no podía ser feliz junto a una mujer que no solo le amaba, sino que era buena, decente y le ofrecía un futuro que jamás hubiera pensado.
"Si tan solo mi cabeza funcionara como debiera..." pensó con amargura. Echaba las culpas  a su mala cabeza y su mala suerte cuando en realidad era que sencillamente el nunca quiso complicarse la vida con ella, solo la quería de una forma cómoda, teniéndola cuando la necesitaba, dejándose amar, haciéndola sustituta de alguien que no merecía sus lagrimas.
Monica lo miraba expectante, deseaba que el se diera cuenta de todo y se quedara a su lado...deseaba que Sergio hiciera a un lado su pena y se decidiera a vivir felizmente con ella pero no parecía estar por la labor.
En el tiempo que lo había conocido, Monica había aprendido a leer sus expresiones, a saber lo que pensaba sin que el lo verbalizara y una inmensa pena la envolvió cuando se dio cuenta de que estaba desubicada en esa habitación... Sergio no haría nada mas por ella y la certeza la hizo soltar una lagrima sin quererlo.
Se levanto de la cama, se puso en frente de el y se agacho con dificultad para besarle la frente.

-Nuestro tiempo ha acabado aquí...pero siempre estaré dispuesta a ayudarte si lo necesitas y si eres capaz de aceptar la ayuda y el amor de alguien.

Se dio la media vuelta, esperando que por un milagro el la frenara y le dijera que la necesitaba ,pero nada de eso ocurrió y ella salio por la puerta tal cual como había entrado.
Hacia mucho, Mónica había decidido que no podía seguir llorando por mas tiempo, por  que ella no quería criar a un hijo que viera a su madre llorar cada día. Levanto la cabeza y se dirigió a la calle con una media sonrisa en los labios, una lagrima seca en la mejilla y la certeza de que, como fuera, ella seria fuerte y podría con lo que fuera que le deparara el futuro a partir de ahora.
Sergio seguía allí sentado, pensando pero sin pensar del todo...la idea de lo correcto y lo que quería chocaban en su cabeza y su corazón.
El sonido de la puerta del cuarto cuando se cerró detrás de Mónica fue como un “click” en su cabeza y empezó a pensar más fríamente. Comenzó a analizar su pasado y su posible futuro. ¿Qué era lo que estaba haciendo con su vida?, ¿de qué le había servido el papel de víctima?....de nada. Se dio cuenta de todo lo que se estaba perdiendo: hace años que no disfrutaba de un paseo al atardecer, de un café en una terraza o de una charla amistosa cara a cara. Fue gracias a la ternura y a la comprensión de Mónica por lo que se había vuelto a dibujar una sonrisa en su rostro, por ella era por lo que aún se resistía a ceder y dejar que la vida pasase; y se dio cuenta de que era ella la razón por la cual se levantaba de la cama cada día.
Su mente iba demasiado rápido, las ideas y posibilidades se le entremezclaban. Ahora pensaba en lo que Mónica le había dado a cambio de nada. Es verdad que le gustaba tenerla entre sus brazos y que ella le hiciese compañía y le templara las noches frías, pero lo hacía por él, por no estar solo. En cambio ella había renunciado muchas veces a estar con su familia y amigos por animarle, por estar con él. Sergio sabía que la había tenido siempre que la necesitó. ¿Podía él decir lo mismo? Quizás era hora de dejar de lado la tristeza y la autocompasión y empezar a ser el hombre de la mujer que había devuelto la luz a su vida. Su cabeza seguía dando vueltas, tenía millones de preguntas y ninguna respuesta pero ya se había hartado de teorizar sobre la vida, era hora de empezar a vivir, de darse una oportunidad, de sacar fuerzas de flaqueza, de olvidar el pasado, dar un paso de gigante y arriesgarse. Es verdad, podía perder; pero si no se arriesgaba jamás ganaría.
Mónica esperaba el taxi en la acera mientras se acariciaba el vientre y lo miraba con una mezcla extraña de felicidad y melancolía. Sergio no estaría a su lado, pero la idea de un ser creciendo en su interior le daba fuerzas para seguir adelante, y que lo que tuviera que ser que fuera. Por un momento creyó escuchar a Sergio susurrando su nombre....sin duda un recuerdo que intentaba evocarle unos dias mejores. “¡Mónica!”. No podía ser. ¿Se estaría volviendo loca?. Él deseo de que Sergio hubiese elegido otro camino le hacía oír cosas extrañas en su cabeza. “¡¡Mónica!!”. Esta vez lo había escuchado con perfecta claridad. Salió de su ensimismamiento y miró en dirección a su nombre. Sergio corría hacia ella gritando con autentica desesperación. Fue ella esta vez la que no daba crédito. Abrió los ojos incrédula. Sergio llegó hasta ella, se inclinó  apoyándose sobre sus rodillas respirando con dificultad. Mónica seguía ojiplática. Tras respirar unas cuantas bocanadas de aire y aún entre resuellos, Sergio logró articular palabra.

-Si.

Ella seguía sin entender.

-Que si,.......que te quiero a ti................que quiero a ese niño.................que quiero ser feliz.

Los ojos de Mónica se derritieron en lágrimas y su cara se iluminó de felicidad. Se abalanzó sobre Sergio rodeándole en un abrazo con todas sus fuerzas.

               

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