-No voy a
reclamarte nada, solo creí que tenías derecho a saberlo...
Monica exhibía su enorme y abultada
barriga frente a Sergio, que se hallaba paralizado, con los ojos abiertos como
platos y sin creerse del todo la escena.
-Ya sabes
porque desaparecí tanto tiempo, no sabia exactamente si querrías saberlo, pero sé
que tienes el derecho. No voy a pedirte nada, no voy a pedirte dinero ni que te
hagas cargo de un error que a fin de cuentas ha sido mío. No vengo a reclamar, sino
a hacerte sabedor de lo que llevo conmigo. No quiero que te sientas en obligación
de hacerte cargo ni que creas que esto lo hago a modo chantaje emocional para
que estés conmigo, porque te juro por este hijo nuestro, que no es así.
Sergio seguía
paralizado en medio de la habitación, la misma donde habían concebido al
pequeño hijo que ahora Monica llevaba en su vientre.
Monica cogio
sus manos muy lentamente y las puso sobre su vientre desnudo.
-No se lo que
es, solo se que yo soy su madre y tu su padre...pero llegado el momento, no se
lo diré si tu decides que no quieres o no puedes pasar por esto. No quiero que
nos casemos ni que finjamos un amor que no sientes, solo quiero que pienses muy
bien si quieres estar en la vida de este bebe o prefieres olvidarte del tema.
Yo jamás volveré a molestarte si decides que esto no va contigo o que es
demasiado para ti.
Sergio movía
sus manos por el vientre de Monica y no daba crédito...entonces el bebe pateó
con fuerza y Sergio saltó hacía atrás bruscamente, asustado y a la vez
asombrado.
-Te reconoce, conoce
nuestro tacto mejor que nosotros mismos. Es su modo de saludarte.
Monica y Sergio
se habían conocido hacia ya 13 meses, de los cuales hacia 8 que Monica esperaba
este hijo. En 5 meses ella se había enamorado de el, pero Sergio tenia miedo, ya
le habían roto el corazón y temía que volviera a pasar, aunque el verdadero
motivo, el que nunca confeso a Monica, es que el recuerdo de su antiguo amor seguía
intacto en su memoria.
Monica tenia 25
años, ya había sufrido varias decepciones amorosas, pero lo dejo todo y lo
aposto todo por Sergio. Dejo su casa, a su familia, su pueblo y su trabajo por
ir tras el hombre que amaba, porque aunque había estado tiempo intentando
convencerse que solo era deseo, se dio cuenta que en realidad le quería y que
el merecía la pena.
Sergio tenia
tan solo 28 años, hacia 2 años que había perdido a la que había sido el amor de
su vida durante 7 largos años y se había encerrado en si mismo. Estaba
depresivo y solo y siempre temeroso de que otra mujer rompiera su corazón en
pedazos. Sin trabajo y sin nada que hacer, Sergio pasaba sus días entre cds de música
y videojuegos.
Se habían
conocido de pura casualidad, pero Monica, a pesar de no haberse permitido
volver a pensar en un hombre, bajo la guardia un momento y cayo rendida en los
brazos de Sergio. Se entendían, se respetaban y se reían del mundo y su
normalidad. Eran personas que estaban constantemente juzgadas, pero se
encontraron y se dieron cuenta que eran un espejo del otro.
Sergio era
callado, timido y de convicciones fuertes. Se consideraba un anti-sistema y
pensaba con el cerebro correcto. Por alguna extraña razón, el y Monica se
entendieron desde el primer día. El se sentía a gusto, sentía que Monica no le
juzgaba, que procuraba entenderlo y apoyarlo, le gustaba la forma en que ella
le miraba y le hablaba a pesar de lo nervioso que se ponía solo con su
presencia. Con ella se sentía completo y querido y sentía que por fin
encontraba su sitio en el mundo que tanto asco le daba.
Monica era
anti-social y amargada, pero con el era diferente. Sentía que ella era la única
que podía ayudarle, que debía darle todo el cariño y comprensión que era capaz
de generar, porque las almas heridas siempre habían sanado a su lado. Se había
prometido no volver a mirar a un hombre con los ojos del amor, pero el no la
juzgaba, no le decía que era una loca o un bicho raro, le hablaba con
sinceridad y timidez y la hacia sentirse especial y bonita. Monica ya había
reconstruido su corazón un par de veces, pero cuando estaba con el sentía que podía
ser ella misma y que el completaba las partes que le faltaban.
"A veces
el amor junta a 2 personas que no saben nadar y viven en islas diferentes"
Nunca se habían
sentido tan aceptados. Jamás hubieran pensado que todo iría tan deprisa.
El tenia miedo,
pero jamás se los confeso a Monica. Ella tenia miedo, pero jamás se dejo
atrapar por ellos y estaba segura de lo significaba Sergio para ella...no iba a
dejarse amedrentar por viejos miedos del pasado.
En esos 5 meses
cayeron mil veces en las garras del deseo, en las caricias y los besos como si
fueran una pareja que hacia mucho estaban juntos. El le cocinaba, la dejaba
dormir 10 minutos mas para poder ver su rostro feliz y apacible, la sentaba en
su regazo y le decía lo hermosa que era, le abrazaba por detrás en la cocina y
le daba un beso en el cuello mientras ella fregaba y la acurrucaba a su lado
cada noche, acariciándole el pelo y dándole besos en la frente. Ella se portaba
mas como su esposa que como una recién conocida. Le cocinaba, le servia todo lo
que el le permitía, le peinaba 3 veces al día y lo dejaba dormirse con la
cabeza metida entre sus pechos cada noche. Le llenaba de besos al despertar y
siempre pensaba como sacarle una sonrisa...incluso con el tiempo, le decía
"Te quiero" cada noche y le recordaba cada dia cuanto le echaría de
menos cuando no le tuviera cerca.
Monica se enamoro,
no supo cuando, pero ella estaba enamorada de un hombre que aunque se dejaba querer,
no la quería. El se esforzaba, pero el amor no puede forzarse y el sabia que
aunque estaba muy bien con ella, no la quería.
Caprichoso y cruel
el destino, que cuando ella decidió que seria la ultima noche que pasaría con el,
cansada de que Sergio no la quisiera y no estuviera con ella, Mónica quedo
embarazada y no lo supo hasta 2 meses después.
Aterrada por
todo lo que podía llegar a pasar o lo que Sergio podía pensar, desapareció de
su alcance durante 6 meses, hasta que decidió que Sergio debía saber la verdad
y armándose de valor se había presentado en su casa para mostrarle la
consecuencia de su ultimo encuentro pasional.
-Quiero tenerlo,
pero no quiero que te sientas en la obligación de quererlo también, no quiero
que estés conmigo solo por que es lo correcto o lo que se supone que debes
hacer... si vas a hacerlo, que sea por que quieres esto tanto como yo.
Sergio no decía
nada, seguía sentado en la cama, inmóvil
y con los ojos salidos de las cuencas
Monica se sentó
a su lado, acaricio su rostro y le miro a los ojos...
-No me quieres,
dudo que algún día llegues a hacerlo, pero yo no he venido a exigirte nada... soy
conciente que he sobrepasado la línea y me he enamorado de ti sin darme cuenta,
por favor, tendrás que perdonarme por eso...pero esta vida que
llevo conmigo no tiene culpa ninguna y no estoy dispuesta a renunciar a este
pequeño
-Mónica, es que...yo...no puedo...yo...
Monica puso sus
dedos suavemente sobre sus labios para callar los tartamudeos de Sergio
-Yo si puedo y
te aseguro que no volverás a saber de mi si ahora mismo me dices que no quieres
saber nada más de esto
Sergio dudaba,
no estaba preparado para algo así y
mucho menos para un niño...odiaba a los niños, pero sabiendo que era suyo las cosas cambiaban.
Sabia que lo correcto era quedarse al lado de Mónica, pero se negaba
a renunciar a su pena y su triste estilo de vida, el ya no sabia vivir de otra manera.
Se había
quedado cómodamente regodeándose en su pena, sintiéndose la victima y echando culpas al mundo de su
mala suerte. Se había acomodado y acostumbrado a ser el engañado, el solitario,
el que tenia los motivos para sentirse el despojo del mundo, pero no se había
percatado de que ese papel lo ejercía hace demasiados años y ahora solo podía
pensar en si quería complicarse la vida de esta forma o usar su depresión para
salir del paso... después de todo, la excusa era perfecta.
Algo en su
interior le empujaba a coger las manos de Monica y tranquilizarla diciéndole
que esto lo pasaría junto a ella. No sabia por que seguía anclado en un
sentimiento por alguien que no había hecho mas que traicionarle, no entendía
por que no podía ser feliz junto a una mujer que no solo le amaba, sino que era
buena, decente y le ofrecía un futuro que jamás hubiera pensado.
"Si tan
solo mi cabeza funcionara como debiera..." pensó con amargura. Echaba las
culpas a su mala cabeza y su mala suerte
cuando en realidad era que sencillamente el nunca quiso complicarse la vida con
ella, solo la quería de una forma cómoda, teniéndola cuando la necesitaba, dejándose
amar, haciéndola sustituta de alguien que no merecía sus lagrimas.
Monica lo
miraba expectante, deseaba que el se diera cuenta de todo y se quedara a su
lado...deseaba que Sergio hiciera a un lado su pena y se decidiera a vivir
felizmente con ella pero no parecía estar por la labor.
En el tiempo
que lo había conocido, Monica había aprendido a leer sus expresiones, a saber
lo que pensaba sin que el lo verbalizara y una inmensa pena la envolvió cuando
se dio cuenta de que estaba desubicada en esa habitación... Sergio no haría
nada mas por ella y la certeza la hizo soltar una lagrima sin quererlo.
Se levanto de
la cama, se puso en frente de el y se agacho con dificultad para besarle la
frente.
-Nuestro tiempo
ha acabado aquí...pero siempre estaré dispuesta a ayudarte si lo necesitas y si
eres capaz de aceptar la ayuda y el amor de alguien.
Se dio la media
vuelta, esperando que por un milagro el la frenara y le dijera que la
necesitaba ,pero nada de eso ocurrió y ella salio por la puerta tal cual como había
entrado.
Hacia mucho, Mónica
había decidido que no podía seguir llorando por mas tiempo, por que ella no quería criar a un hijo que viera a
su madre llorar cada día. Levanto la cabeza y se dirigió a la calle con una
media sonrisa en los labios, una lagrima seca en la mejilla y la certeza de
que, como fuera, ella seria fuerte y podría con lo que fuera que le deparara el
futuro a partir de ahora.
Sergio seguía allí
sentado, pensando pero sin pensar del todo...la idea de lo correcto y lo que quería
chocaban en su cabeza y su corazón.
El sonido de la
puerta del cuarto cuando se cerró detrás de Mónica fue como un “click” en su
cabeza y empezó a pensar más fríamente. Comenzó a analizar su pasado y su
posible futuro. ¿Qué era lo que estaba haciendo con su vida?, ¿de qué le había
servido el papel de víctima?....de nada. Se dio cuenta de todo lo que se estaba
perdiendo: hace años que no disfrutaba de un paseo al atardecer, de un café en
una terraza o de una charla amistosa cara a cara. Fue gracias a la ternura y a
la comprensión de Mónica por lo que se había vuelto a dibujar una sonrisa en su
rostro, por ella era por lo que aún se resistía a ceder y dejar que la vida
pasase; y se dio cuenta de que era ella la razón por la cual se levantaba de la
cama cada día.
Su mente iba
demasiado rápido, las ideas y posibilidades se le entremezclaban. Ahora pensaba
en lo que Mónica le había dado a cambio de nada. Es verdad que le gustaba
tenerla entre sus brazos y que ella le hiciese compañía y le templara las
noches frías, pero lo hacía por él, por no estar solo. En cambio ella había
renunciado muchas veces a estar con su familia y amigos por animarle, por estar
con él. Sergio sabía que la había tenido siempre que la necesitó. ¿Podía él
decir lo mismo? Quizás era hora de dejar de lado la tristeza y la autocompasión
y empezar a ser el hombre de la mujer que había devuelto la luz a su vida. Su
cabeza seguía dando vueltas, tenía millones de preguntas y ninguna respuesta
pero ya se había hartado de teorizar sobre la vida, era hora de empezar a
vivir, de darse una oportunidad, de sacar fuerzas de flaqueza, de olvidar el
pasado, dar un paso de gigante y arriesgarse. Es verdad, podía perder; pero si
no se arriesgaba jamás ganaría.
Mónica esperaba
el taxi en la acera mientras se acariciaba el vientre y lo miraba con una
mezcla extraña de felicidad y melancolía. Sergio no estaría a su lado, pero la
idea de un ser creciendo en su interior le daba fuerzas para seguir adelante, y
que lo que tuviera que ser que fuera. Por un momento creyó escuchar a Sergio
susurrando su nombre....sin duda un recuerdo que intentaba evocarle unos dias
mejores. “¡Mónica!”. No podía ser. ¿Se estaría volviendo loca?. Él deseo de que
Sergio hubiese elegido otro camino le hacía oír cosas extrañas en su cabeza.
“¡¡Mónica!!”. Esta vez lo había escuchado con perfecta claridad. Salió de su
ensimismamiento y miró en dirección a su nombre. Sergio corría hacia ella
gritando con autentica desesperación. Fue ella esta vez la que no daba crédito.
Abrió los ojos incrédula. Sergio llegó hasta ella, se inclinó apoyándose sobre sus rodillas respirando con
dificultad. Mónica seguía ojiplática. Tras respirar unas cuantas bocanadas de
aire y aún entre resuellos, Sergio logró articular palabra.
-Si.
Ella seguía sin
entender.
-Que
si,.......que te quiero a ti................que quiero a ese
niño.................que quiero ser feliz.
Los ojos de
Mónica se derritieron en lágrimas y su cara se iluminó de felicidad. Se abalanzó
sobre Sergio rodeándole en un abrazo con todas sus fuerzas.
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